Por lo que dice el Punset de turno, pero sobre todo por experiencia propia, puedo asegurar que la conversación interior es un arma muy útil en la realización de cualquier acción. Hablarse a uno mismo de manera positiva, seleccionar los pensamientos adecuados, es algo determinante. Conociendo esta importancia de las palabras que pasean por nuestra cabeza, es posible usar el juego ególatra del Rap en beneficio propio, desde la perspectiva de oyente.
Un ejemplo cotidiano del beneficio de conversar interiormente puede darse participando en una actividad deportiva. Auto-halagarse antes y durante el partido mediante charla mental produce una gran confianza, que se traduce en una milagrosa mejora en el juego. Tampoco hay que pasarse, debemos mantener la auto-crítica y la concentración absoluta en lo que está pasando delante de nuestros ojos, sin enredarnos en excesivo pensamiento. Pero la proyección de una frase como "soy un buen jugador, voy a hacerlo de puta madre", puede darnos una descarga de motivación considerable.
En mi afán de llenar la mente con este tipo de frases, el hilo musical que me acompaña ha ido apartándose progresivamente de dramatismos, para dejar sitio a la seguridad y expresión de confianza. Es curioso como varias personas con las que he tratado clasifican las letras competitivas del MC, tanto las mediocres como las ingeniosas, dentro de un marco infantil, reclamando para el momento de madurez en el que se ahora encuentran profundas reflexiones depresivas y temáticas en apariencia complicadas. Yo vivo el proceso inverso, prácticamente. En los primeros compases de mi adolescencia gozaba la pomposa melancolía de Lechowski, porque a esa edad era autocompasivo. Hoy intento enardecerme y buscar soluciones racionales, sin caer en la desesperación absurda. Debido a esto, mi reproductor está petado de nombres como Mucho Muchacho, Primer Dan, o Chinatown.