Conversación interior

Por lo que dice el Punset de turno, pero sobre todo por experiencia propia, puedo asegurar que la conversación interior es un arma muy útil en la realización de cualquier acción. Hablarse a uno mismo de manera positiva, seleccionar los pensamientos adecuados, es algo determinante. Conociendo esta importancia de las palabras que pasean por nuestra cabeza, es posible usar el juego ególatra del Rap en beneficio propio, desde la perspectiva de oyente.


Un ejemplo cotidiano del beneficio de conversar interiormente puede darse participando en una actividad deportiva. Auto-halagarse antes y durante el partido mediante charla mental produce una gran confianza, que se traduce en una milagrosa mejora en el juego. Tampoco hay que pasarse, debemos mantener la auto-crítica y la concentración absoluta en lo que está pasando delante de nuestros ojos, sin enredarnos en excesivo pensamiento. Pero la proyección de una frase como "soy un buen jugador, voy a hacerlo de puta madre", puede darnos una descarga de motivación considerable.


En mi afán de llenar la mente con este tipo de frases, el hilo musical que me acompaña ha ido apartándose progresivamente de dramatismos, para dejar sitio a la seguridad y expresión de confianza. Es curioso como varias personas con las que he tratado clasifican las letras competitivas del MC, tanto las mediocres como las ingeniosas, dentro de un marco infantil, reclamando para el momento de madurez en el que se ahora encuentran profundas reflexiones depresivas y temáticas en apariencia complicadas. Yo vivo el proceso inverso, prácticamente. En los primeros compases de mi adolescencia gozaba la pomposa melancolía de Lechowski, porque a esa edad era autocompasivo. Hoy intento enardecerme y buscar soluciones racionales, sin caer en la desesperación absurda. Debido a esto, mi reproductor está petado de nombres como Mucho Muchacho, Primer Dan, o Chinatown.



El Cabrón con más transpira convicción, es una máquina resuelve- problemas, algo plasmado en toda su discografía por medio de sus carismáticas frases: "Puedes probarme, todo lo resisto"; "Ante adversidades siempre firme, estable".

El simple ad-lib de Primer ya me causa motivación: "sí o sí". La imagen de tipo infalible que se construye en canciones genera multitud de sentencias que bien podrían ser dadas como ejemplo práctico de conversación interior en algún libro sobre fortaleza mental: "lamentos: basura, dudas: basura"; "sin fatiga, la vista arriba (...) lo tengo to´, para vencer sin na´"

Los de Cantabria me transmiten honradez. Hombres constantemente asqueados por el mundo hipócrita y cruel en el que viven, aferrándose a la superación personal, valores inquebrantables y eterno amor por su gente. Aluden a la disciplina y a resolver los contratiempos sin llanto: "¿no hay paz? luchad de verdad, y menos lágrimas".



Aunque la duda, el miedo, la confusión, siempre suelen mantenerse ahí. El triunfo es eclipsarlos lo máximo posible. Rush de Perros Callejeros expresa estos sentimientos en numerosas ocasiones: "para qué molestarse en buscarse, cuando es tan fácil perderse, cuando es tan fácil morirse" pero normalmente con un trasfondo de aprendizaje y dirigir la vista hacia delante. Además a su lado está Científico, cuya maestría en la creación de ritmos representa una parte más instintiva de la motivación, más animal. Sin necesidad de palabras, un beat gordo es capaz de elevar nuestro estado anímico a cuotas muy altas. Hay beatmakers muy correctos, pero que nunca te levantan de la silla al escuchar una instrumental suya. Valoro a gente como Griffi o Sendy por ser expertos en provocar en mí esa reacción. Otros dan a luz beats de obesidad menos evidente, pero que acaban teniendo el mismo don de motivar. Dive Dibosso es el principal representante de esta raza, con sus puzzles rítmicos sucios, clásicos.


El victimismo es incompatible con el estado de motivación y la mecánica de solucionar sin bloqueo. Mi habita de Yako es una narración de penurias tangibles, físicas, pero no manifiesta demasiada tristeza ni rendición. Elsso se ríe de sí mismo y acepta las putadas estilosamente. Juan Solo habla bastante de la ineludible evolución personal, y muestra aversión ante la queja: "no es mi estilo ir a llorar al árbitro cuando se ha acabado el partido".



Aprecio las letras que expresan lucha, que desechan el lamento sin caer en el cliché de: "no te rindas, sigue tus sueños". Los lloriqueos a lo Cheb Ruben, salvo excepciones, no me van. El subidón de ánimo que nos otorga una simple canción no tiene precio, y el tipo de líricas de las que hablo son actualmente las más propensas a proporcionarme esa grata sensación.

{Con este texto me despido hasta que suene el timbre, allá por septiembre u octubre. Pasad buen verano}