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La edad del pavo




Para hoy tenemos un interesante artículo que me envía J.Alberto Fernández aka Señor Gualtrapa:


Pertenezco a una generación que se crió a caballo entre los últimos coletazos de la época dorada de Nueva York y aquellos primeros clásicos del rap español. Aquéllos de los que ahora nadie parece acordarse, aquéllos de los que parece que ahora nadie escuchó. Supongo que toda esa gente debe estar muerta, porque por aquel tiempo todo el mundo que conocía escuchaba Genios y Lil’ Keke no se sabía ni quien era. Ahora parece  ser que Dj Screw era vuestro padre o alguna mierda así.


La última generación que vivió ahorrar la paga para comprarse dos o tres discos al año, la de ponerse de acuerdo con dos o tres amigos para ver quien se compraba tal o cual y que después lo prestaba para grabarlo en cassette. También pertenezco a la primera generación que se lanzó al consumo absurdo y desenfrenado del MP3. Como he dicho, una generación a caballo, que no del caballo. Aunque casi también, pero no es el tema.

Si tuviese que dar una razón por la que acabase enganchado al rap fue por una especie de identificación con las letras. O al menos una interpretación de éstas. Y creo que así ha sido siempre. Creo que esto es común a todo el público del rap.  Es lo que podemos llamar como Principio de Identificación. Seamos sinceros, el rap no destaca por características líricas ni por su complejidad musical, por mucho que alguno de Zaragoza se crea una mezcla entre Thelonious Monk y Leonard Cohen. Pero ni falta que hace. Ahí está la grandeza de este género musical, sin grandes cabriolas ni pollas, es capaz de transmitir más que otros géneros más complejos.

El rap se genera por la propia vida, por tener ese carácter callejero, o popular que dirían los cursis. Cuando digo callejero me estoy refiriendo a esas historias del día a día, de la gente normal, de los trabajadores, de los estudiantes, de a los que no les dejan ser ni lo primero ni lo segundo, de los inmigrantes, de los emigrantes, básicamente, el 99% de la población.

Muchos de vosotros habéis tenido que aguantar eso de que el rap es música para críos. Probablemente muchos de vosotros, como Homer y Barney ante Abe Simpson, habréis prometido rockandrollear siempre, pero el caso es que empieza a haber un porcentaje bastante alto del público de rap que no lo hace. Un porcentaje del público que no compra discos, que no va a conciertos, que está totalmente desconectado de lo que está pasando. Gente que antes hacía eso, aunque el artista en cuestión ni le hiciese ni fu ni fa, gente que sí compraba discos, que sí iba a conciertos. Gente que sigue comprando discos, gente que sigue yendo a conciertos. Pero no de rap español. Gente que pertenecen a esa generación de la que hablé al principio.

La explicación que yo le doy a esto es una impresión totalmente personal, pero veo que cada vez es más común con otra gente. En resumen, la afirmación de que el rap es una música de críos es totalmente una realidad, al menos en cuanto a lo que en España se refiere. Somos una generación huérfana, hemos crecido oyendo una música con la que nos sentíamos identificados pero que llegada una edad, los artistas no siguieron creciendo con nosotros, sino que se quedaron. Hace como cuatro años que apenas me compro un disco de rap español, quizás alguno atrasado. Y no es porque no compre discos, compro más discos que nunca. De ir a conciertos ni hablo. Por favor, parad esa mierda de este lado dice Hip y este lado Hop. Y lo de irse para que el público pida otra. Estamos hartos.

El rap español vive una edad del pavo constante, el público ha crecido, los artistas no. Y eso no va a cambiar, porque han encontrado la fórmula para seguir haciendo siempre la mismísima mierda durante años y años, porque mientras que unos dejan de escucharlos, otros nuevos llegan. Es el ciclo del rap español. ¿Cómo es posible que artistas que llevan más de diez años en el juego no tengan una base estable de seguidores?

Ideas libres



Me sorprende que en un género musical que se alimenta tan vorazmente de otros géneros haya multitud de puristas. Círculos cerrados que hablan de blasfemia señalando las creaciones de todo lo que se aleje de su concepción del Rap. Complejo, miedo, hermetismo, el qué dirán enquistado en la mente. "Eso no suena a Rap". ¿Y a qué cojones suena el Rap? Estamos hablando de una música con raíces en el Dub, el Electro o el Soul. No existe un sonido Rap estándar. Y aunque existiera, no tendría sentido defenderlo a capa y espada y escupir sobre todo lo se salga de los términos establecidos.


Pocos tienen el talento y los huevos para hacerlo único. Y en el fondo es normal. Lo que quiere la gran mayoría es triunfar, no crear algo excepcional. Dar el pelotazo y vivir de puta madre, no intentar expresarse con originalidad a través de la música.

Cuando Kid Cudi intentaba abrirse hueco en la industria, le rechazaron alegando que lo que hacía no era Hip Hop, que eso no era vendible. Que por qué sonaba tan distinto, que rapeara "normal". Miradle ahora. 

Estoy muy de acuerdo con lo que opina Cudi: La separación entre géneros musicales es otro tipo de racismo. No se trata de rimar sobre una base de Rock de cualquier manera, eso ya se ha hecho. Se trata de hacer las cosas bien y con criterio, fusionándolo todo y consiguiendo un nuevo sonido, único y experimental”.


Por mucho que digan, el Hip Hop está plagado de modas. Sonidos que aparecen, se exprimen al máximo, y se van. Ahí está el Dubstep. Y si nos fijamos un poco, lo que España tradicionalmente se ha considerado como la verdad absoluta es el sonido New York clásico del 94-98, por poner una brecha de tiempo aproximada. Es el estilo que ha predominado y se ha intentado hacer. Hoy, cuando los chavales hablan emocionados de los 90, se refieren a ese sonido concreto y no a las otras vertientes que se hicieron en dicha década. 

En la cateta España es corriente ver al Meswy comentando que el autotune es una puta mierda. Otros dicen que samplear Flamenco es una prostitución del Rap. ¿Estamos locos, o qué? Es que me descojono al escuchar cosas como esa, en serio. 

Si el purismo no tiene sentido en ningún ámbito, en este tipo de música alcanza unas cuotas exageradamente absurdas. Griffi dice: "(...) purista es una palabra que tampoco es fiel a sí misma (...). Ser purista en el Rap, no sé... puedes ser fan de una época, de unos grupos (...)". Eso es. Siendo oyente de esta música,  para ser radical y reacio a lo experimental tienes que agarrarte a unos años concretos, a un estilo. Porque como decía, no existe un sonido Rap. ¿Hasta dónde nos tenemos que remontar para encontrar el germen original de la música Rap? ¿Hasta la Jamaica de los 60, donde un rastas experimentaba con grabaciones? Entonces, ¿eso es el Rap puro, limpio y casto? O espera, sigue montado en el Delorean y conduce hasta los ritmos africanos de hace mil años. Buah tío, eso sí que es Rap. Real, homie, real. 

Que la música es música, joder. No hay más. La parafernalia raperil es penosa. 

A mí es que los dogmas me la sudan bastante. No me gusta nada sentirme atado a un grupo con unas pautas concretas e irrefutables. Me mantengo lejos del patriotismo y de las normas religiosas. No aprecio lo estático. Mentalidad Bruce Lee es lo mío. Las personas que admiro se saltan los cánones, son individualistas. En el cine, me flipan personajes como Clint en Por un puñado de dólares o Denzel haciendo de Frank Lucas. En el deporte, me trago vídeos y documentales de jugadores atípicos como Jason Williams, Roberto Baggio o Garrincha. En el poker, me fijo en cómo el cabrón de Phil Ivey se amolda a cada mesa, a cada rival. Por eso es normal que en el Rap tire hacia los versátiles y originales. 


Fuck clichés. Que les den por culo a los puristas, a todas las reglas impuestas. Como oyente quiero que me estimulen, que me cuenten cosas, que me enseñen. Necesitamos librepensadores en este género lleno de pose y copias.

Hijo de la urbe

Cees ha sido el primero en enviarme un texto al correo como respuesta a la propuesta que hice:


Pasó las manos por el vientre liso y blanco del papel vacío. Dio la ultima calada al cigarro esquelético que sostenía débilmente con los labios. Sus dedos de pianista pobre, manejaban el bolígrafo como su fuera la mujer mas sensual sobre la tierra. Acariciando, retirando, apretando para volver a deslizar...

Aquel parecía su templo griego y en la cúspide, en su trono de madera, se recostaba en un escritorio viejo de piel podrida. Las paredes eran un rejunte pop de escritores, cineastas y músicos. Bukowsky, Warhol, Rakim, Lynch, O.C,  Bergman, Lennon, Biggie, Brando... todos en posters de papel barato, todos mojados por la humedad. Todos difusos.

Llegaban desde afuera la respiración fuerte y agitada de la ciudad, su piel deslumbrante de farolas y ventanas bañadas del oro vaporoso de bombillas antiguas.
Le encantaba sentirse rey de algo no propio, tampoco tangible, ni necesariamente existente, era un sensación sin nombre a ras de piel. Quizás inspiración. Esa que se tiraba a quién sabe cuantas plumas, y al mismo tiempo, mientras que sus amantes la consideraban propia y única.
Dio un trago a la litrona de cerveza. Suspiró.
El ritmo seguía cabalgando, bifurcándose, explotando en pequeños fuegos artificiales sonoros, monótonos, contundentes, evocadores...entre el bombo y la caja, entre esos dos instantes rítmicos, cabían universos de posibilidades y solo deseaba bañarse en ellos. El cuello acompasado, adelante y atrás en danza urbana, una y otra vez. Llegaría. Quizás viniera de la mano del sonido lejano de las sirenas de la pasma. O del murmullo que se elevaba hasta su ventana de los corros en los bancos del parque cercano. Llegaría. 
Se  acaricio la cabeza rapada y sudada, sin mas el boli roto empezó a bailar, a parir letras, a elevarse por encima de algo razonable, para ser mito, leyenda.
Eso es lo que esperaba. ¿ Pero acaso no es lo que esperan todos? ¿Ser un dios griego con un micro alzado?
Eran las tres de la mañana. A las seis volvería a pasar mierda en las esquinas de la ciudad. 
Rebobinó el beat y siguió respirando humo, ego, sueños y rap.